sábado, 7 de marzo de 2015

La silla

El día de ayer fué un vendaval...

Las emociones vuelven a tocar a mi puerta con la más cruel de las cuchillas
lo que es cierto es que conozco el dolor a fondo,

lo que resulta incómodo es que estaba tratando de arrancar el deseo para suprimirlo
y me pescó lográndolo.

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Se sentó en la silla , era cómoda, suave, tal vez era el asiento más agradable en el que alguna vez hubiera posado sus piernas y espalda.  Se sintió de nuevo en el absoluto confort.

Le preguntó :

-Dr. Esta silla es fabulosa...¿dónde la consiguió?

Algo sorprendido por la pregunta el médico afirmó

- La mandé a hacer... con un tapicero. ¿Quiere el número.?

-Por supuesto , 

Y la sesión avanzó sin más, pero en su cabeza sólo podía estar la sensación con la silla
sus piernas , su espalda baja, alta, media, sus glúteos, la posición de los brazos en los descansos.

Salió del edificio, con una receta en la mano, su maleta deportiva al hombro. No podía dejar de pensar en la silla. El número del tapicero en la guía de su teléfono.

Subió a su auto y tomó el teléfono para ver mensajes, contestó unos cuantos, con la mente inmersa en una sola cosa. la silla.

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Llegó a su oficina, sin saludar a nadie , fingiendo que atendía una llamada en el pasillo, mientras hacía mímicas de "al teléfono" para evitar ser interumpido en un trayecto con una meta ausente en ese lugar.

Se sentó en su escritorio en el reborde, observó su propia silla y pensó, Recordó lo que había pagado por la suya. Cómo la había conseguido, Si bien era un buen mueble. Tampoco tenía características que la hubieran llevado a ser pensada en otro tiempo del día que no fuera en la oficina.

Preparó los filtros , pusó 2 cucharadas. Prendió la cafetera. Esperó unos minutos.

Cuando empezó a humear, estaba acariciando el respaldo de su sillas, Observando los remaches, las costuras, de la piel, su tren  de ruedas, el mecanismo de pistón con sus palancas de posición.
Se sentó en ella, buscó posicíón. con la espalda, con las lumbares, con el cuello.
Se perdió un rato en la conjugación del verbo sentar y pensó.

Se dió cuenta que llevaba horas sin hacer nada, más pensar en la silla. Con una pila de tareas pendientes en su escritorio y en su bandeja de correo.

Tomó el teléfono y llamó al tapicero.

Concertó ir de inmediato. Salíó de la oficina con la misma estrategia del teléfono, mientras sus compañeros le hacían señales de que debía detenerse e incluso le pasaban papeles, que tomaba con las manos, mientras se colgaba el celular en la oreja y el hombro. 
Incluso se dió el lujo de, retirárselo un poco y preguntarles. si se les ofrecía algo del exterior,  saldría y regresaría en 1 hora y media aproximadamente.

En el camino pensó si quería que le remodelara su silla de la oficina o si quería una silla nueva.
Pensó en su sala de estar, pensó en el comedor, además recordó en una antigua mesa para teléfono que tenían guardada en el ático, de la casa de su padre.

Para llegar al taller tuvo que caminar varias cuadras, pues le fué imposible encontrar lugar para aparcarse. La tapicería estaba al frente de un edificio de color anaranjado, con un jardín exterior  descuidado y una frondosa jararanda gigante y helechos.
Acompañando el pasiaje un pequeño perro blanco que mordisqueaba una pedazo de espinazo de cerdo.

El tapicero era un señor muy bajito, tal vez no llegaba al metro y medio.

 -La llamé hace algunos minutos, sobre el sillón del Dr. Helio

El señor retrocedió primero unos pasos, Luego percibió reconocer la voz que había atendido al teféfono y le dijo ;

- Sí , pase...

- Quisiera, no sé. Algo como ese sillón. Que sugiere.

- Pues soy tapicero, no fabrico muebles, normalmente, pero me puede traer algo suyo y se lo reconstruyo.

Su conversación duró más de una hora, los colores, los matices de la tela, las costuras, la forma del mueble, No fué ningún objeto de demanda. La única condición que se pedía era la comodidad, igualada a la que había recibido en su sistema táctil cuando se posó en el otro mueble.

Al llegar a la parte del precio hubo una pausa y el tapicero le hizó un gesto curioso y le extendió un viejo papel en la mano.

- Espero que el precio no sea problema, pero si lo paga tendrá lo que quiere.

Decía en el amarillento papel, además de estar roto y doblado de las esquinas.

30 MONEDAS DE ORO IRLANDÉS- A CAMBIO DE SILLÓN DE LAS MENTIRAS

Al volver la vista hacia el hombro se percató de sus profundos ojos, que vestían unas pronunciadas cuencas de arrugas en sus pómulos.

- Oro dije. sillón dijiste.
- Si , quiero el sillón , pero de que mentiras habla.
sorprendido insistió en preguntar el origen de singular nombre
- Las mentiras se hablan, se dicen , se sienten. La silla de las mentiras, le permite a un locutor recibir información pura y verdadera para el que recibe el mensaje, Tal vez ese es el secreto de la comodidad de la silla. 
(mientras hacía esto el hombrecillo había fumado ya 3 cigarrillos y estaba encendiendo la pipa con un mechero de bunsen.

- Pero ¡el oro irlandés!, ¿donde lo consigo? Ni siquiera sé , donde venden oro nacional.

- tu decides si quieres la silla, no hay cambios, pero garantizo el trabajo, si no te devuelvo las 30 monedas. Pero tu devuelves la silla.

-Acepto. ( estrecho la mano del hombre lijada de ceniza y aserrín, así como estigmas del pegamento de olor intoxicante.
- Traigáme una silla vieja,Traigame una con descansos , 

Mientras se iba el hombrecillo. volvió a encender un cigarillo y tambien encendió el mechero. Mezclaba hojas de trébol con tabaco que sacaba de una pequeña nevera, Bebió de una pequeña anfora que sacó de la bolsa del pecho de su camiseta de algodón. Se llenó el bigote. Escupió ceniza sobre  un empolvado reloj, le retiró además la tierra de un soplido. Volvió  a fumar.
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Durante la semana posterior se dedicó a hacer llamadas a joyerías locales y nacionales pero nadie tenía razón de tan determinado, origen del metal. La solución fue buscar vía electrónica.

El envío de valores en metal, es una extraña práctica, Sobre todo a esa pequeña escala.

Le llamó al tapicero y le sugirió el pago en lingote, Pero el señor se negó, recordando el peso de una moneda de oro.

Se comuncó con un grupo de orfébres irlandeses que le podían acuñar la moneda con un molde replica de una moneda del rey Sygtrid, (Sigtrygg II Silkbeard Olafsson).  30 monedas en un plazo de una semana. Sorprendido, del valor significativo que puede tener el metal precioso de una isla.

Habían pasado 3 semanas desde su visita con el tapicero. Pero estaba listo, las monedas había llegado a través de una empresa de mensajería de seguridad. En un bonito estuche. Que estaba fundido por la misma compañía orfebre. Tenía al frente una inscripción,

Llegó al establecimiento  buscó al hombre y le entregó la caja. El alzó la vista y extendió los brazos.
Sus ojos cambiaron del verde marino, a una tonalidad ámbar y unas pupilas tan profundas, que él mismo se alzó las gafas, que colgaban de su cuello escondidas entre las solapas de su camisa y el overol. Abrió la caja, Toco las monedas por el borde, levantó el dedo como si aquellas estuvieran filosas, Sacó una y la vió despacio desde su mano, después la levantó a la altura de los ojos.

Luegó la mordió. Observó la pequeña marca en el reborde. Después volteó un poco la espalda. Dió un pasó hacia la izquierda y sacó una báscula de alimentos. Subió la monedita a la báscula. AsI hizó con cada una. Hasta que terminó. Cuando volví la vista estaba detrás de mí un hermoso mueble de color profundamente rojo, con una curva imprecisa a la mitad del respaldo, pero era algo largo, pues le sobresalía las piernas, no necesitaba taburete y tenía descansos.

- ¿Puedo?
(preguntó con desesperación al invitarlo a sentarse)
- Claro debe decirme si está cómodo, yo sólo lo hice, no me he sentado en él.
Sorprendido volteó a verlo pero el acariciaba las monedas entre sus falanges como si fueran arañas corriendo entre sus dedos. Brillando al reflejo de la luz, el tin tinneo del oro.
-¿no se ha sentado en él? ¿cómo? solo lo toca o se sube?

- no, el martillo, los clavos, el cuero, la tela , la madera, ellas están donde deben,. Además no puedo estar sentado en un sillón así. 

- ¿También lo encontraría cómodo? ( en voz irónica, a la mística mágica del mueble)

- Demasiado cómodo. (respondió el hombre)
- ¿Como para darme un precio inferior?
- Si me sentara te pediría 50 , después de una hora, tal vez llegaría a 125 monedas.
- ¿De verdad.?
- En todo sentido ( respondió el tapicero)

Salió de allí detrás de un vehículo que llevaría al mueble a su casa, un par de cargadores alzaron el mueble entre 2 cuerdas y unos cauchos y acomodaron en un vehículo al que le sobraba espacio.

Al llegar a la finca pidió que colocaran el sillón en la sala de estar , retiró un reloj de péndulo y descendieron el mueble sobre un tapete azul.
uno de los trabajadores , preguntó sobre el contacto eléctrico. Pero se les pidió no darle importancia si se obstruía el mismo.

Mientras le daba propina a uno de los cargadores volteaba impaciente a ver el sillón.  Cerró la puerta con velocidad. Escuchó el azote y giró despacio.

El mueble desapareció...

Se talló los párpados, perplejo. No era posible. La habitación se veía vacía en un azul del tapete y un eco del cliqueo del péndulo del reloj al fondo en la pared.

Buscó con la vista y no lo encontró, incluso inutilmente revisó el pasillo, las otras habitaciones. Trató de alcanzar al camión para ver si aún estaba en la avenida. No se veía en el horizonte. 
Les llamó y les preguntó sobre el sillón. El joven que había recibido la propina manejaba y le decía al copiloto que lo habían dejado en la sala, que él había visto todo.
Se molestó y le llamó loco, lo reprendió diciendo que tenía su firma y que no era posible que no estuviera el mueble en su casa.

La pelea teléfonica se prolongó hasta en apareció en el  tapete azul. la caja de monedas de oro.
colgó la llamada.buscó en la agenda el número del tapicero y le llamó tan pronto digitó con las manos sudorosas. y con escalofrío que se clavaba cerca de las tibias, entumeciendo el abdomen.

- Sr- Tengo su caja... No he podido usar el sillón
- usted tiene mi caja, ¿cómo?
- Eso no es cierto la tengo bajo mi brazo, tengo las monedas , la abro, las tocó
al teléfono se escuchaba el tin tinneo de las monedas
Lo escuchó, buscó la caja en el tapete, la abrió con rapidez, también estaba llena de monedas, parecían de oro, no tenían escudo ni nada, solo una ranura cruzada, Los rebordes tenían salientes con ranuras.

-¿La caja es igual?
preguntó el hombrecillo
-absolutamente, solo ¡las monedas no tiene el sello de Sygtrid!
- ¿son 30?
-Si señor...
-¿parecen ser de oro?
-sí señor.
- te han robado el sillón,,,